El pasado 15 de julio se cumplieron 20 años del estreno en Japón de 'Susurros del corazón' ('Mimi wo sumaseba') una de las joyas quizás menos conocidas del Estudio Ghibli. No en vano, y pese a contar con un guión del maestro Hayao Miyazaki, fue el primer gran proyecto de Ghibli que no dirigieron ni él ni IsaoTakahata, los dos máximos exponentes del estudio, pues si bien es cierto que dos años antes Tomomi Mochizuki había dirigido 'Puedo escuchar el mar', lo cierto es que aquella película se consideró casi un campo de pruebas para los jóvenes animadores de la empresa. Así, fue Yoshifumi Kondo el encargado de dirigir esta entrañable joya, jamás estrenada en cines en nuestro país, que se cuenta entre las mejores historias escritas por el director de 'Mi vecino Totoro' o 'El Viaje de Chihiro'. Un film más cercano al primero que al segundo en su representación de un costumbrismo ligeramente salpicado por una fantasía no tan desbordantemente barroca como la que mostraba la oscarizada película de 2001. 'Susurros del corazón' fue el primer y último film dirigido por Kondo, que moriría tres años después de su estreno, víctima de un cáncer, a los 47 años.
Como la gran mayoría de historias escritas por Miyazaki, 'Susurros del corazón' cuenta con una protagonista femenina fuerte y decidida, Shizuku Tsukishima, una joven estudiante cuyo mayor sueño es ser una gran escritora, pero que teme no tener el talento suficiente para la literatura. En su camino se cruza un compañero de instituto al que jamás había visto con anterioridad, Seiji Amasawa, un chico que siente auténtica pasión por la fabricación artesanal de violines, y que pretende dejar los estudios para viajar a Cremona (Italia) a aprender el oficio de luthier. Seiji lleva tiempo interesado en Shizuku, y para llamar su atención, ha estado cogiendo en préstamo un buen puñado de libros de la biblioteca, sabedor de que cuando la joven los tomase prestados, vería en todos ellos su nombre en la ficha. Aunque sus inicios no son del todo amables, pronto surge entre ellos el amor, aunque ambos entenderán que tienen sueños demasiado importantes por cumplir y que ninguna relación debería interponerse en ellos.
Susurros del corazón' nos invita, precisamente, a luchar por alcanzar nuestras metas aunque nuestro entorno considere que estamos tomando el camino equivocado. Que Shizuku y Seiji pongan en segundo lugar sus estudios académicos para optar por una vía de crecimiento distinta al currículo escolar será recibido de maneras distintas por sus padres. Pero el haberse conocido supondrá, lejos de lo que en otras historias de amor nos muestran, obtener el espaldarazo definitivo para, como mínimo, probar si tienen el talento necesario para la escritura (en el caso de Shizuki) y para la fabricación de violines (en el de Seiji). Lejos del sacrificio amoroso que en muchas películas nos presentan como la prueba de amor definitiva, el film de Kondo defiende que la persona que realmente te ama no temerá perderte mientras observa como eres feliz creciendo como individuo.
Si ni Miyazaki ni Takahata aparecen en los créditos de director de la película, tampoco Joe Hisaishi, el compositor habitual del estudio, es en este caso el responsable de la banda sonora. Su lugar lo ocupa Yuji Nomi, que repetiría posteriormente en 'Haru en el reino de los gatos' (Hiroyuki Morita, 2002), la única "secuela" producida por Ghibli. Aunque en realidad deberíamos hablar de spin-off, pues la película de Morita está protagonizada por el Baron Humbert von Gikkingen, la figura de un gato que Shizuku descubre en la tienda de antigüedades del abuelo de Seiji, y que acaba por inspirarle su primera novela. Las breves escenas oníricas en que Shizuku se imagina volando junto al Barón (y que a la postre suponen los únicos momentos de irrealidad de 'Susurros del corazón') fueron tan populares en Japón que Ghibli decidió que el noble gato merecía su propia película. En cuanto a la música de la película cabe destacar la importancia de una canción de ¡Olivia Newton John!, 'Take Me Home Country Roads', un tema que Shizuku traduce del inglés para sus compañeras de clase y que acabará convirtiéndose en el leitmotiv de su trayecto emocional y vital.
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